Parque Bahoruco está bajo hacha y candela
Lo que costó 65 mi l lones de años la emersión aquí de la impresionante Sierra de Bahoruco, un pulmón vital para la existencia humana y otros organismos vivos, se desgasta y desaparece a golpe de una brutal depredación de sus bosques y suelo que nadie se atreve a frenar.
Están derribando impunemente todo, dejando desnudos sus boscajes y asolando su capa vegetal, para dejar solo expuestas allí las rocas calizas que la sostienen.
Poco a poco, las labores agrícolas se han ido extendiendo a través del bosque nublado de este parque nacional, uno de los que más agua y biodiversidad almacenan en la isla, mientras la presencia haitiana en las labores de corte y desgarre de los suelos es notoria en todas partes.
Los daños son visibles e inmensos y no se ve vigilancia ni medida alguna para parar esta tragedia medioambiental. Los parches de deforestación son visibles en casitodas los cerros y lomas de la Sierra.
En sus montañas más inclinadas, las lluvias bajan y dejan manchas sobre los peñascos sin vegetación.
El indetenible éxodo de haitianos hacia esta zona, empujados por la miseria y la ruina total que oprime a su país, oferta aquí mano barata para trabajos destructivo
Se levanta imponente sobre un macizo volcánico cubierto por una capa de sedimento calcáreo de origen marino, dejado allí tras la emersión de una codillera que parte desde Centroamérica, hace más de 65 millones de años.
Toda el agua que se sirve Pedernales proviene de la cabecera del río Mulito, el principal afluente del Río Pedernales, incluyendo la central hidroeléctrica que genera electricidad a poblados de la zona y facilita el riego agrícola en las franjas bajas.
Los cultivos agrícolas en áreas de esos bosques, cubiertos de nubes gran parte del año, y con lluvias constantes, solo benefician a empresarios, que emplean a jornaleros haitianos para esas labores, no a la gente de Pedernales.
Las familias haitianas que se asientan aquí son atraídas por la práctica del sistema de aparcería agrícola.
Cuando un dominicano dispone de un terreno, lo arrienda a un haitiano, su mujer y sus hijos, pero tiene que pagarle parte de la cosecha obtenida.
En otros casos, solo les deja construir una rancheta y les paga unas pocas monedas. Ese es el precio, todo por su condición de ilegales. Los cultivos son establecidos en bandas de pendiente, de suelos poco profundos sobre roca caliza, haciéndole susceptibles a una rápida erosión, y degradación para la agricultura y la regeneración de bosque.
Ríos merman caudales Los ríos han perdido los caudales de agua que bajan desde las lomas, y algunos no son otra cosa que riachuelos.
Parte de las muchas áreas arruinadas están próximas a los poblados Las Mercedes y La Altagracia, Mencía, aguas negras, Higo Grande, La Manacla, Los Arroyos.
La vertiente sur del Parque está bajo una agresiva expansión de la agricultura, un asunto discordante con la preservación de sus bosques únicos y su biodiversidad.
Los terrenos deforestados son destinados, entre otros, a la producción de habichuelas, guandules y aguacate. El gran número de haitianos y su rápida expansión en esta zona es destructiva.
La deforestación y desmoche de árboles en las lomas, para lo que son empleados, además de preparar, sembrar, cosechar productos, ha secado algunos ríos y otros corren igual destino. Bosques importantes La importancia de los bosques nublados y árboles y arbustos frondosos es muy alta, al tratarse de una franja de menos de dos kilómetros, ubicada entre los bosques de pinos, en la cima, y las actividades agropecuarias de tierras más bajas. Estos bosques son básicos para el sustento del ciclo hidrológico de la cuenca del río Pedernales, que beneficia a muchas comunidades de Haití y dominicanas, igual que a Pedernales y Anse-a-Pitre. Esta cierra alberga la mayor parte de las especies endémicas y migratorias.
El desmote de bosques en las montañas ha erosionado los suelos, lo que amenaza a la calidad y disponibilidad de agua para consumo, causa épocas de sequía largas e intensas y daña los recursos pesqueros del mar, porque los depósitos de sedimentos dañan los corales y extinguen la vida marina.
Estas labores a manos de haitianos también destruyen el hábitat de especies endémicas del país. La deforestación en la Sierra, igual que ocurre en otras zonas de la frontera con Haití, es alarmante.
Los problemas que sufren millones de empobrecidas familias haitianas siguen creando presiones a República Dominicana.
Su masa hambrienta ha encontrado brechas para entrar a este lado, y como su problema esencial es encontrar de comer para sobrevivir, poco les importa cuánto será su pago por empleo o si su acción dejará desértica esta franja.
El 98 por ciento del territorio haitiano está deforestado; el uso de carbón proveniente de árboles representa el 60% de la producción de energía allí.
Seis años atrás se llegó a calcular que, cuando menos, desde el país se movilizaban, semanalmente, 115 toneladas de carbón hacia Haití, unos 10 camiones a la semana cruzaban la frontera con ese producto.
Desde el año 2008, la expansión agrícola ha seguido una escala y velocidad destructiva, causando una deforestación dentro de los límites del parque, calculada en más de 35 kilómetros. El Grupo Jaragua, una organización no gubernamental con 34 años luchando por lograr un manejo efectivo de los recursos de la biodiversidad, está muy preocupado por todo esto.
De su parte, el Grupo Jaragua cita el caso del sistema de producción establecido en el sector Los Arroyos, donde “gracias a la mano de obra abundante y barata aportada por jornaleros haitianos provenientes de pueblos fronterizos, unos pocos empresarios dominicanos han establecido extensas plantaciones, particularmente de aguacates”.
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