Ucrania: el Hitler ruso y sus mentiras de guerra (OPINION)
Prefacio
Desde hace tiempo y en todas mis modestas contribuciones de opinión escritas, soy renuente a que el liderazgo occidental, gobiernos o un ciudadano común, pueda darle credibilidad a las promesas o lo que digan los regímenes totalitarios izquierdistas, dictadores o mandatarios autócratas que son hechuras de una ideología decadente y fútil como lo es el socialismo. De igual manera, creer que con gobiernos o líderes del islamismo radical pueda haber entendimientos serios en el campo político.
Sencillamente, eso es perder el tiempo y darle el mismo a ellos para que puedan concluir sus nefastas maquinaciones y consumar sus objetivos políticos en perjuicio de los que confían que en ellos pueda haber un ápice de sinceridad y honestidad. La historia reciente está llena de esos casos y el mundo occidental no acaba de entenderlo así.
Después del derrumbe en 1991 de lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la economía occidental con los Estados Unidos a la cabeza junto a naciones europeas y organismos financieros internacionales, le dieron una mano a Rusia para lograr su desarrollo económico y comercial en el mercado capitalista, el cual le devolvió la estabilidad de bienes y servicios que se perdió bajo la teoría marxista.
Hoy, su presidente, Vladimir Vladimirovich Putin Putina, se ha rebelado contra quienes encausaron la economía de Rusia y su agradecimiento fue invadiendo a Ucrania de una manera abusiva y criminal alegando un derecho que no tiene.
El mundo ha visto como el nuevo zar ruso e imperialista del siglo XXI, se ha apoderado de territorios de otras naciones a partir de este asumir el poder en el 2000, entre los cuales podemos citar a: Abjasia, Osetia del Sur, Transnistria, Crimea, Donetsk y Lugansk.
Ahora resulta, que Vladimir Putin está sumergido en un letargo de ser el nuevo Grigori Potenkim y en crear un nuevo orden mundial al mejor estilo del llamado «russkiy mir» y le apeteció Ucrania como cereza al pastel para un zar imperial en su empeño en volver a poner bajo la férula de Moscú, a naciones que estuvieron sometidas y probaron las amarguras del yugo socialista soviético. Él insiste en imitar el estilo político que tuvo la princesa alemana Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zerbst, quien fue la zarina más ambiciosa y de mayor poder de Rusia que la historia registra como «Catalina la Grande».
Como era de esperarse, los apologistas marxistas que tan sensible son a las invasiones y a la geopolítica de los Estados Unidos, como Narciso Isa Conde y el fabulador, cínico, mitómano, hipócrita e inmoral de Miguel Espaillat Grullón, hacen mutis ante las atrocidades de Vadlimir Putin y, con un descaro descomunal, olímpico y de doble moral, apoyan y justifican estas agresiones y conquistas sin el menor rubor, haciendo acopio a lo escrito en la Ley de Campoamor de que: «nada hay de verdad ni mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira».
El nuevo sistema global
Es obvio que estos desafueros y arrebatos en que están incurriendo estos dictadores, autócratas y oligarcas tanto en Europa, Asia y América Latina y enfocados en querer tener un poder omnímodo de cara al mundo actual, me parece que se debe en cierta forma, a que desde hace tiempo en la Casa Blanca no hay un inquilino de la talla y con los cojones (término muy en boga entre los marxistas) de un Franklyn Delano Roosevelt, un Harry S. Truman, un Ronald Wilson Reagan, y en cierta forma, un John F. Kennedy que lo demostró en la crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962.
En efecto, uno llegó con el complejo de Guacanagarix como lo fue Barack Hussein Obama II Dunham, que fue a visitar a una tiranía criminal y enemiga acérrima de los Estados Unidos como la de los Castro en Cuba, a revitalizar su economía al permitir el turismo, aumentar el envío de remesas y hacer negocios con la isla. Solo le faltó entregarle la Base de Guantánamo y levantar el embargo (no bloqueo), que no pudo por ser decisión exclusiva del Congreso. Todo ello revertido luego por Donald John Trump MacLeod.
Ahora tenemos a un pusilánime como los es Joseph Robinette Biden Jr. Finnegan (Joe), el presidente de la nación más poderosa, castigando a Rusia con acciones timoratas y negándose a mostrar el poderío que arropa a la patria de Thomas Jefferson Randolph, como lo hizo en su momento John F. Kennedy.
Visto esto que está pasando en Ucrania, podemos colegir que a partir de ahora, las naciones con poderío militar y armas nucleares, tendrán patente de corso de invadir, anexionar o atacar a los países que no les son de su agrado o no se integren a su geopolítica. En este caso, sería una gran oportunidad para los Estados Unidos invadir, y quizás, hasta anexar a territorios como el de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Reflexiono así, porque según la teoría de Vladimir Putin para justificar su grosera e inmoral invasión a Ucrania, tener el poder militar y nuclear, se tiene, por ende, la potestad de tener predominio allende a sus fronteras.
Esto de paso, sería una buena oportunidad para que el gobierno del presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, termine de una vez y para siempre con la problemática que tiene la Rep. Dominicana con su indeseable y complicado vecino como lo es Haití. ¿No les parece a los amables lectores asumir la Rep. Dominicana la teoría de Vladimir Putin respecto a la frontera dominicana en vista de ser más desarrollada, grande y mejor armada?
Los sofismas de una invasión
De manera sucinta voy a tratar de enfocar las raíces históricas y políticas que han impulsado al Hitler ruso a cometer esta locura del siglo XXI y echarse casi al mundo en su contra. Aunque la Rusia de hoy no es comunista, no debemos olvidar que este hombre que hoy la dirige, creció, se formó y fue parte del engranaje de la extinta URSS en su labor como agente espía de la KGB rusa. Esta mentalidad queda grabada en el subconsciente del individuo y aflora en determinados momentos, aunque guarda las apariencias al estar sumergido en una nueva dinámica política como es la Rusia capitalista que él preside como un gran autócrata y oligarca millonario.
Vladimir Putin alega, entre otras cosas, que Ucrania es: «históricamente parte del territorio ruso», (ahí entra el sueño del russkiy mir o el mundo ruso que traté más arriba), Por igual, sostiene que la OTAN ha cercado a Rusia y que no lo permitiría en Kiev por estar muy cerca de Moscú y ella estaría al alcance de los misiles de la OTAN. Analicemos estos sofismas.
1.- a) El conflicto político-territorial entre Rusia y Ucrania no es nuevo y se remonta a siglos, aunque ambas tienen un pasado histórico desde la Edad Media y tienen raíces comunes en lo que es el estado eslavo «Kievan Rus», lo que estimula a Putin a decir que «Rusia y Ucrania son un mismo pueblo»… Eso es falso, pues ambos países siguieron cursos diferentes en la historia durante siglos y, por esa razón, surgieron dos culturas e idiomas distintos. Luego, Rusia se convirtió en un imperio y Ucrania no había llegado a ser Estado.
Después en el siglo XVII y usando su poder, Rusia se apoderó de vastas zonas de Ucrania y fueron reorganizadas como provincias rusas y administradas por sus gobernadores hasta el siglo XX donde ya la Unión Soviética programó una rusificación. Nadie se roba a sí mismo si era un «mismo pueblo», ni tuvieran dos culturas e idiomas diferentes. Una llegó a ser un imperio y la otra a ser un estado menor. Ahí queda demostrada la idiosincrasia de cada uno, lo cual es incompatible e incoherente con lo dicho por Vladimir Putin.
Después de la Revolución bolchevique de 1917 y cuando concluyó la Primera Guerra Mundial, Ucrania se liberó por poco tiempo de Rusia hasta el 1920, cuando su suelo fue mancillado por las botas de los hijos de Pedro el Grande. O sea, entre la Rusia de Putin y la patria de Volodymyr Zelensky solo ha existido guerras, invasiones, muertes y dolor.
Viene siendo el mismo caso de la Rep. Dominicana y Haití. Ambas comparten la misma isla, pero tienen diferentes culturas, un idioma distinto y una se desarrolló más que la otra a partir de su independencia del 27 de febrero de 1844. Los haitianos alegan (sin fundamentos) que la isla es «una e indivisible». En el caso de Putin, dice que Ucrania «le pertenece a Rusia». ¿Parecidos criterios, verdad? ¿Qué opinan los amables lectores?
2.- b) Rusia hace tiempo que ya está rodeada por la OTAN con todas las ex repúblicas socialistas que eligieron aliarse a los Estados Unidos y Europa para ser miembros del organismo antes que volver al yugo esclavista del Estado ruso. Si usted analiza el mapa de Europa de cara a la frontera rusa, notará que Putin busca, entre otras cosas, crear con Bielorusia, Ucrania y Crimea, una especie de barrera o colchón por esa zona de cara a Moscú y de paso, querer reeditar a Catalina la Grande y a su amante Grigory Potemkin.
3.- c) La teoría que alega Putin en torno a la cercanía de los misiles de Kiev a Moscú en caso de unirse Ucrania a la OTAN, es ridícula, pueril y solo tiene eco en las mentes febriles de fanáticos izquierdistas robotizados con cerebros de enanos mentales. ¿Por qué sostengo ese criterio? Veamos: Kiev (Ucrania) está a 876 Km. de Moscú; Riga (Letonia) está 918 Km. y Vilnius (Lituania) a 793 Km. La distancia promedio de un misil de corto alcance llega a un mil Km. y las dos últimas capitales son de países de la OTAN y hacen fronteras con Rusia. Entonces lo de Ucrania es un artilugio de Putin sin sentido.
El asunto estriba, en que Vladimir Putin enfocó hacia Ucrania por las razones arribas expuestas y el cuento de los misiles, es porque Ucrania no es de la OTAN y, por ende, no aplica el Art. 5 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que reza: «Un ataque a uno de sus aliados se considera un ataque contra todos los aliados». Se dice que los locos no saben lo que hacen, pero no se comen sus heces. Un misil desde Lituania llega más rápido a Moscú que uno desde Ucrania.
¿Por qué no invadió al más cercano a Moscú que es Lituania? Aclaro que estas exrepúblicas soviéticas no tienen misiles nucleares, pero sí los grandes de la OTAN que las apoyan: Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Bélgica, Italia, Turquía, Países Bajos y Alemania los tienen en calidad de «compartimiento nuclear».
¿Hay nazismo en el gobierno de Ucrania?
Gobiernos como el de Rusia, China Popular, Cuba, Venezuela y Nicaragua, se han dedicado a esparcir por el mundo, noticias falsas y consignas elaboradas para confundir y apoyar lo que hacen en materia política. Una de ellas salió de Vladimir Putin en torno a la crisis con Ucrania cuando afirmó, sin tener pruebas algunas, que: «Volodomyr Zelesnsky y su gobierno en Ucrania son neo-nazis». Obviamente, apologistas como el fabulador, arribista y oportunista de Miguel Espaillat Grullón y el dinosaurio carcamán de Narciso Isa Conde, lo plantean en sus artículos y tres o cuatros gatos comunistas aparecen como cotorras repitiendo sin tener conciencia de lo que dicen.
¿De dónde viene históricamente eso que trae por los pelos Putin? Veamos: En la Segunda Guerra Mundial (1939-45) Ucrania estaba ocupada por Joseph Stalin y los alemanes la invadieron también para combatir a los rusos. Como los ucranianos nunca han querido saber de los rusos por sus crímenes, abusos e invasiones, hubo un grupo político liderado por Stepan Bandera que se unió a los alemanes para desalojar a los rusos de su patria, pero eso fue un hecho aislado. Luego, el propio Bandera admitió su error porque ambos eran invasores a su patria.
Nunca fue el sentir del pueblo ucraniano y fue un acto desesperado de patriotismo hace 77 años y Putín para justificar su genocidio, lo saca a flote ahora. Esos grupos que enarbolan a Stepan Banderas son los Pravy Sektor y el Batallón Azov, pero no tienen representación ni en el gobierno ni en el congreso de Ucrania. Lo que a Putin no le conviene revelar es que 5 millones de ucranianos murieron luchando contra los nazis y entre ellos hubo un 1.5 millones de judíos ucranianos.
Acusar al presidente Volodomyr Zelensky de pro-nazis, es un insulto de parte de Putin a la verdad y una manera de retorcer la historia para acomodarla a sus intereses políticos. Hay que decir que el presidente de Ucrania es de origen judío y que sus tíos, abuelos y otros miembros de la familia, fueron víctimas mortales en el Holocausto nazis. En consecuencia, ¿se puede concebir que él y su gobierno son neo-nazis? Por eso es que:
«Me encanta escuchar las mentiras, cuando ya sé toda la verdad»
No hay comentarios