Antipatía y soberbia, un camino hacia la derrota
Por Carlos Lugo
En la arena política, la antipatía, prepotencia y soberbia son elementos venenosos que, lejos de construir apoyo, generan rechazo y repudio por parte de la ciudadanía.
La actitud de ciertos políticos que exhiben estas características no solo refleja una falta de entendimiento sobre la esencia del servicio público, sino que también los posiciona como meros mercaderes de la política, más interesados en su beneficio personal que en el bienestar de la sociedad.
Es crucial recordar que la política genuina implica la habilidad de gestionar masas y fomentar liderazgos verdaderos, no simplemente la búsqueda de votos a cualquier costo. El respeto en la política no se impone, se construye y se gana a través de la autenticidad, la empatía y la comprensión de las necesidades de la población.
A aquellos políticos que caen en la trampa de la soberbia y la altanería, les advierto que el camino que eligen puede llevarlos a la derrota. Creerse autosuficiente, despreciar la opinión ajena y menospreciar a la ciudadanía, así como llevar lo personal al plano político, puede tener consecuencias negativas, especialmente en tiempos en los que la sociedad está más despierta, activa y menos tolerante con actitudes arrogantes.
A los políticos de Barahona el recordatorio es claro: el sol no calienta como ayer. Vivimos en una era en la que la información fluye rápidamente, las personas están más informadas y, por ende, más críticas. En este contexto, la prepotencia solo sirve para distanciar a los ciudadanos y generar un rechazo que puede traducirse en votos en contra. conozco algunos que por esa actitud están condenados. ¿aque? conteste usted.
Aunque no lo creamos, la sociedad barahonera los tiene bien identificados y al final sabrá qué hacer con ellos.
Mientras tanto a los políticos que creen ser todo y nada más, les insto a recordar que el verdadero poder está en la conexión con la gente, en la escucha activa y en el servicio desinteresado. La arrogancia solo lleva a la pérdida de adeptos y, eventualmente, a la derrota electoral, por cada un voto que pierdas puede que para ti sea uno y no diez, como también puede ser que en vez de un sean veinte.
En este proceso electoral, espero que los políticos quienes claramente saben quiénes son reflexionen sobre sus actitudes y reconozcan que el camino hacia el liderazgo efectivo no se construye sobre la base de la imposición o soberbia. Después del 18 de febrero, espero que no tenga que decirles a muchos: "Te lo dije, caíste por pendejo".
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